(Suena Milord, cantada por Edith Piaf y, cuando se acaba la canción,
La cabalgata de las walkirias; después, música española de los 60)
-Para mí un bitter. Pero no me ponga patatas, que tienen mucho aceite;
a ver si tiene otra cosa, un sandwich o algo.
No me creo que Anny no haya sido profesora.
O precisamente sí, lo creo,
estoy segura: la profesión de oficio
es otra que la profesión de vida.
Y Anny me enseña con respirar. Me enseñó, importantísimo
, que se ve
más la ropa que la sonrisa, que es tan pequeñita.
¿Qué decir de Anny, por dónde empezar?
Anny que lleva las pieles ancestralmente,
como los hombres de las cavernas,
aunque las pieles hagan ancha.
¡Qué más da! Por cierto, Anny es la exclamación.
Moderna de alma, esta Galiosca hace de la moda
un crucigrama palpitante, maestro, surreal,
donde todo cabe espléndidamente, según el porqué,
el cuándo, el qué: plata y coloritos porque Carnaval; oro y verde
porque tengo día casero, azul porque sí y porque hoy.
Si en este momento me concedieran un deseo,
pediría ver cada hoy de toda la vida de Anny:
siempre vistiéndose de hoy, a la manera de una leona.
En relación a eso debo decir que, al igual que quien es poseedor
de varios coches, Anny atesora un pasado que me es un misterio tan delicioso
como un budín con cereza.
Puede no creerse la felicidad rosa de Anny.
Yo, por compartirla, sé que es cierta.
Está hecha de gatos, de perros, de plantas, de collares, de pinturas, de poemas, de horas nocturnas, de sensuales cremas dulces, de langostinos,
Esta alegre de vocación sabe dar monedas a los pobres y seguir después su vuelo ondulante de señorita de Chagall
A mí me desenmascaró, implacable: me puso
como tema para escribir la alegría, y le traje unos apuntes
caligrafiados con letra descendente en papel marrón.
Así que, profesora, me comunicó: un escritor debe saber escribir
sobre todos los temas.
Y desde otra perspectiva, Anny es una inteligente ameba,
un sensible corpúsculo ciego en un universo de fluidez.
Capta mi tristeza con consternación de hada buena,
y por salvarme me prescribe color,
oratoria, pelo a lo Mireille Mathieu.
Acabaré sin haber mencionado ni una sola esquinita afilada,
de esas que aportan la dimensión creíble a nuestros retratos;
es que Anny no debe ser necesariamente un personaje real:
esta Galiosca vive, por vocación, como los transexuales
y las princesas, al otro lado del espejo.
(Suena el Bolero de Ravel)
-Para mí un té verde. Y ¿tiene bizcocho?.
Con ojos chispeantes de ilusión pide su té, como quien pide el cielo
y todas las estrellas. Odette, o Galiosca nº 2, la mujer de los siete velos
sobre la que por no pecar de ignorancia no me atrevo a escribir
, a pesar de sus rosquillas caseras de receta conventual
y sus películas en DVD. ¿Es Géminis? No,
es Libra, pero debería serlo: tiene dos caras,
y cada una de estas caras tiene dos caras a su vez,
y así. La mujer de las pelucas, la esponjosa, la de los pañuelos
de puntitos al cuello; la mujer de los ojos
momentáneamente empañados por una expresión privada
, la mujer public relations, la de Sevilla,
la de los elusivos blogs, la seductora consumada
que me seduce: siempre la mujer.
El hombre que hay en ella tiene una firme
y pechuda vocación de mujer.
No sabe que esta mujer es una niña que se esconde
bajo la mesa con las rodillas juntas y apretadas
para no crecer jamás.
Pero quien sabe escribir pícaramente y con arte sobre la ensalada,
y quien sabe leer su texto pícaro con la correcta entonación,
es que ha desembocado en una maravillosa adultez.
Adivino (sin saber si adivino bien) que esta Galiosca
guarda algunos pajaritos enjaulados en su interior
; ¿Cómo entonces en torno a ella se respira la libertad,
cómo es que lleva los anaranjados colores del amanecer,
refrescante como la menta?
En este universo literario nuestro, Marge es la dueña
de los puntos, pudiendo elegir a voluntad entre sus sabrosas
variedades: el pizpireto punto y seguido, la amplia
invitación de los puntos suspensivos...
Ante mi desgana, ella se inclinaba por una permanente corta
y afrancesada, como la de Juliette Binoche en Chocolat.
Espero sus rosas como agua de mayo.
(Suena un instrumento de viento con aires folk, en una nota ululante y sostenida)
- Tomad ese bocadillo. ¿No lo quieres tú?
La Galiosca nº 3 es la Galiosca verde. Para describirla voy
a servirme de Clarice Lispector:
CARTA A ERICO VERÍSSIMO
No estoy de acuerdo con usted que dice: «Disculpen,
pero no soy profundo».
Usted es profundamente humano; y ¿qué más se puede pedir de una persona?
Usted tiene grandeza de espíritu
. Un beso para usted, Erico.
Es ésta una Galiosca que engaña; en su cara de rusa
las pupilas redondas se detienen, se detienen, se detienen.
Saben bien que hacia donde tienen que ir es sólo hacia ella misma.
Rosalía meiga, criatura profunda de la raza gallega,
la miel es suya y el tiempo, el gran tiempo, también.
Por eso le adjudico la honda interrogación plagada de ecos graves,
y la coma que tiene toda la vida para esperar, pausada.
¿Quién se quedaría en la cama durante un terremoto? Contéstenme.
Éstas son sus confianzas con la Tierra, su valentía vikinga, su volcánica armonía.
Siempre zen, Pilar era partidaria de que dejase desmayarse el pelo
por mis hombros, al natural.
(Se acabaron las músicas, para dar paso al silencio de los clásicos
del piano: Beethoven, Satie, Chopin. Luego,
Doris Day canta A guy is a guy)
- ¿Os vais a comer este bocadillo?
Si nadie lo quiere me lo como yo.
Entro en escena, Galiosca nº 4, con el vicio de los últimos tiempos
de vestir de negro, con una hoja impresa
y esperanzada dentro de un libro, con la mirada triste
y el corazón sonriente de ver una semana más
a mis Galioscas para derretirlas a fotos.
Para mí solicitaría el iconoclasta guión que adorna los libros
de contabilidad y los poemas dadaístas, trazo primigenio.
Y como remedio para la melancolía capilar, tras oír con interés pareceres
y aportaciones, finalmente he decidido descubrir mi cuello,
considerando que todo cuello que no es corto es en sí mismo
una grácil virtud.
Galioscas sin edad, que aglutinamos anárquicamente todas las edades
. Annie de lunares rosa y amarillo,
Pilar verde,
Marge marrón y azul y roja,
Sue de negro estacional.
Con las Galioscas todo debe ser leído en voz alta,
sin tapujos (eso me hace crecer de una vez de los
dengues adolescentes).ç
Y somos la rareza de un club mixto integrado sólo por mujeres:
cuatro nutridas, específicas mujeres como cuatro ases de naipe,
que se saben vestir solas y cada miércoles franquean,
una a una, la puerta del Café del Centro.
Verdaderamente, la crème del lugar.
Cuánto honor.
SUSANA VARELA
Galiosca número 4
susanavrl@yahoo.es