Cuánto me complacería que nuestra hermosa casa cupiese
en un confortable, reluciente, aerodinámico e inacabable tren,
de color rosa pálido intenso sobre oro
para que destellase y al mundo deslumbrase bajo la luz del astro rey…
al desplazarnos de un lugar a otro,
donde albergar todo aquello que amo, viajando a mi lado,
y así ir arropada en esas múltiples y variopintas cosas
que adoro.
Ir por este bello y maravilloso mundo, sobre raíles
sobre inacabables plataformas climatizadas
para no sucumbir
a los rigores de las regiones polares;
con aire acondicionado para atravesar los ardientes desiertos.
El Caribe cyan, Egipto, Abudabí.
La imperial, majestuosa y señorial Viena,
y la mágica, pegajosa y húmeda India violácea.
Saber de años y años, viajando de un lugar
a otro, emulando a las tortugas, a los caracoles, con mi casita rosa de sueños “ a cuestas”
dando mil una vueltas, y alegres volteretas,
a nuestra mágica y maravillosa bola terráquea…
Siempre apetecí ir por la vida, a tramos,
en regulares y placenteras etapas,
mutando de medios y transportes,
a remolque de mi tren:
un tiempito sobre patines, para saludar a las flores.
De puntillas, dando pasitos rítmicos, embelesada
con Tchaikovsky, soñando que soy ingrávida;
en bicicleta, agitando mi pañuelo blanco de paz,
a ambos lados de la senda,
o monopatín, saludando a la vida
por esos sempiternos dones de ilusión gozo, alegría…
¡Gratitud!
Descansar entre mis mullidos y confortables ensueños,
oteando , a través de los grandes ventanales
la diversidad de las metrópolis, color, idioma, piel, decir,costumbres,
monumentos…
Viajando y al alcance de mis manos
tantas de esas cosas bellas y mágicas
que son, para mí, únicas e inigualables,
acomodadas apaciblemente sobre férreas plataformas,
al fin mágicos patines son sus raíles,
para mis terrenales posesiones y tesoros,
Esa inmensidad de cosas sin parangón
que adoro…
y a las que tanto echo de menos
cuando me veo obligada a desplazarme por un
largo tiempo…
¿Y por qué no hacerlo,
siento que nada es imposible,
ni hay obstáculo humano, moral, físico, natural,
que me impida viajar acompañada de quien desee,
y de lo que yo quiera, si así lo quiero?
Para mí sentir jamás hay obstáculos,
si no puedo ir a la montaña
hago que la montaña venga a mí…
porque si finalmente no lo consiguiese,
haría transportar vías, andenes y tren a casa,
y en el ángulo menos ajardinado de mi norte sensorial
dotaría a mi Annyland de un nevo medio de locomoción, el mío, ” The Rail Co.Annyland´s dreams”
Y cada día, al amanecer, subiríamos al tren, con nuestro maletín y billete,
imaginando que tú y yo somos viajeros de excelencia a algún
soñado y diverso lugar de nuestra anhelada