las ideas jamás hago responsables
de mi buen o mal hacer de ellas
que las tiene cada cual, a su modo, feas o bellas
oportunas y gratas, o absurdas e inservibles.
Aquel que nunca jamás sabe de alegría
al mundo asoma un corazón sin arrebol
porque el que no suele madrugar de día
nunca jamás podrá ver nacer el sol.
Yo río, laboro, estudio, sueño, pinto y coloreo.
De esa vida grata y feliz siempre me rodeo.
Y al que es de trato cruel, yo esquiva toreo,
su senda, trato o afecto jamás merodeo.
Y ante aquél tan borde de trato descortés
con altivez, tranquilidad y orgullo,
superar con maña suelo tal revés
diciéndole al paso, sin apabullo,
Con gracia, donaire y salero…
que a mi verita no le quiero
¡Ve con Dios capullo...!