Por aquel tiempo, éramos tres,
después fuimos cuatro, cinco,
luego seis,
y al final infinidad,
las que opinábamos
que podíamos llegar al poder supremo,
a gobernar, no solo, el planeta,
sino el universo,
¡En principio, no más!
Sabíamos que las mujeres unidas
jamás seríamos vencidas,
caminaríamos juntas y decididas
de nuestro poder convencidas.
Ebrias de optimismo,
saldríamos del aburrimiento,
de la opresión,
dejaríamos de interpretar papeles secundarios,
abandonaríamos el silencio
y la monotonía,
de nuestra lujosa pero anodina existencia de mujeres florero
¡Se nos oiría!
Y así sucedió.¡Lo conseguimos!
Ya nunca fue lo mismo,
desde que nos acomodamos
a llevar las riendas del poder, viajamos ,
y allí donde no alcanzamos a llegar "todavía”
dábamos fé de nuestra existencia,
Paris, London, New York,
Una ciudad y otra, y otra tras otra, lo mismo
el mundo era una alfombra inmensa
sobre la que caminar con
poder y soberanía absoluta,
pero, nunca, ¡Jamás!
sin dejar de apabullar,
con esa indiscutible elegancia y savoir faire,
innata en todas nos.
¡Las Féminas!
¡Adiós al mutismo, Y a las tinieblas del silencio.
Nos hicimos oír, sentir y brillamos con majestad,
Entre nosotras había damas de todas las clases sociales
y diversas actividades, pero ...
La más sofisticadas y vistosas eran las diseñadoras.
Principales embajadoras de nuestra
Asociación.
Magníficas siempre en su cometido.
En cada viaje, cuando menos, dábamos un mitin.
al tiempo que reclutábamos a otro nuevo tropel
enfervorizado de féminas que anhelaban unírsenos..
Ya éramos miles!
Recuerdo muy especialmente,
la primera vez que visitamos Paris...
Ah ¡Qué bella la ciudad luz!
exultamos de alegría ante su esplendor,
pusimos el cartel de “completo” en los hoteles
donde nos alojamos,
y qué decir de las boutiques,
peleterías,
zapaterías,
¡joyerías!
Salíeron de la crisis.
En todos los actos sociales a los que fuimos invitadas,
brillamos con esplendor, y reinamos con soberanía,
y para mayor bien…
contábamos con una Embajadora
de excepción...
¡La Primavera!
Con ella a nuestro lado,
todo florecía y se engalanaba
a nuestra vera,
y lo hacía con amor, entendimiento y paz.
El mundo sin remisión, caía rendido
a nuestras plantas.
Nuestros decires abrieron nuevas vías
a la comunicación, a la expresión,
reflotamos el comercio y la industria,
la hostelería,
la moda
lanzando nuestras propias marcas,
en los más variopintos y diversos sectores.
Allí donde quiera que íbamos
levantábamos oleadas de expectación,
todo lo llenábamos de glamour y magia,
de belleza, luz, alegría y color,
éramos cual un sunami de esplendor
que inundaba los lugares…
¡Ya nos sabíamos mujeres, no adornos,
diosas absolutas, no reinas!
Cada vez más, más, más, un nuevo paso,
otra conquista, otro triunfo...
hasta que se descubrió un foco
de insurrección en nuestra formación,
y el tinglado que habíamos montado
con tantas lágrimas, esfuerzo y sudor
comenzó a tambalearse
¡Qué tristeza!
Nuestra nao comenzó a hacer aguas,
Y…
después de todo aquello
¡desperté!
Por ello¡Qué pena!
Me quedaría sin saber si lograríamos reflotarla,
salvar la situación,
y seguir bogando en la maravilla del glamour,
de aquel Emporio Triunfal, aunque estaba algo asustada,
tanta ambición y ansias de poder... ¡ No sé, No sé...
sabido es como acabó aquel gran ambicioso, ¡Napoleón!
"La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza".
Napoleón Bonaparte
(Ajaccio, 15 de agosto de 1769-Santa Elena, 5 de mayo de 1821)
>>*<<
Claro. qué, en ocasiones, pienso que Napoleón solo fue un hombre derrotado y confinado.
Pero ¿Quién puede afirmar que esto mismo hubiese sucedido,
de haber sido toda una legión de mujeres ambiciosas ¡ Sí!
pero glamorosas y triunfales.
¡Ejem!