Cuando el paso se torna vacilante
no se alcanza a calibrar
la inmensidad interminable,
opaca, silenciosa y muda,
Surge ese pánico repentino,
el terror gélido
y la inestabilidad…
Todo parece tan inmenso
frío, solitario, siniestro y vacío,
cual borde de precipicio,
así es la embestida del pánico
súbita, repentina…
¡atroz!
Cual un lugar en el espacio donde
nadie hace camino,
no se vislumbra la luz del sol
vas entre tinieblas,
no hay pasamanos,
asiento, cinturón,
,ni asidero alguno
bajo tus pies.
Jamás sale al encuentro
una sonrisa, una voz de aliento,
un brazo, o mano amiga
a la que asirse…
Entonces…
¡Apresúrate!
Coloca tu vida
en el centro de tus pensamientos
y encamínala
hacia apoyos y firmes,
ásete a algo,
y sólo, en último extremo
intenta alcanzar esa única salida de supervivencia.
Si lo consigues retornará el equilibrio
y la estabilidad,
una vez silenciado lo infrahumano
y espeluznante
de un grito de pánico
…