Todos los días no son iguales para unos y otros.
Unos se ven largos, delicados y esbeltos,
otros cortitos, curtidos, regordetes.
Los hay de horas y minutos rubios, castaños, pelirrojos
soleados, o lluviosos,
que lucen mechas y estolas y sin ellas.
Algunos se ven sonrientes y felices, bien trajeados
aseados y perfumados,
calzando lustrosos zapatos de charol.
Otros se deslucen apagados, grises,
fóbicos e insoportables.
monótonos en sus vestimentas, expresiones y conducta.
Los hay que camina por ellos una vida entera,
sin mudar el rostro, o descorrer sus persianas a la luz,
Son muchos los que aún estrenan una sonrisa nueva, cada día,
y exhibiéndola van por la senda diaria,
agiles, afables, sonrientes.
Saludando a diestro y siniestro, con cortesía y afabilidad.
Y otros los que lucen un rictus de tristeza,
cansancio y amargura,
que van como malamente pueden,
arrastrando los pies de su pesada carga.
Así unos parecieran ser ingenieros.
¡Construyen puentes a la comunicación!
Y otros
simples, mutilados y desorientados sobrevivientes
en busca de un solitario lugar donde posar la carga diaria
de su pobre y miserable existencia,
moribunda y ahíta de desilusión, tristeza
y desencanto...¡ El silencio!