PRÓLOGO
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Desde que tengo uso de razón sé que hay
unas tablas , unas normas, reglas e instrucciones,
claras y precisas.
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Hay un cielo, un sol, una bóveda techumbre
desde la que converge, gira y da en hacer florecer,
su sinfín de halos luz, y estrellas que la alumbre
Hay una hermosura acuática de nombre mar
una altiva, elegante y señorial montaña
desde donde la tanta belleza se puede otear…
Hay una extensión navegable llamada lago
sobre él, unos cisnes de níveos plumajes
que me hacen dedicarles mil ensueños.
Hay una bella y grata hermana lluvia
y por entre el azul a la masa llega un viento
que con frecuencia más que lluvia , es diluvia…
Hay un amarillo, un dorado, un oro
una inmensa esfera en torno a la cual gira
el piso, y yo de él me enamoro…
Hay una rosa, y un jazmín, una peonía
una bellísima y radiante azucena,
todas ellas en mi “ Jardín de la Alegría”.
Está la maraña y el entramado , caricia o látigo
la vasta o breve transitada, a medir.
Cae el telón, y me miden cual medí.
¡Premio o castigo!
EPÍLOGO
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Y yo...
en tal intermedio y proceso de medición,
feliz, no albergo dudas,
ilusionada danzo esa mi eterna danza
danza reina, para una especial danza de danzas.
La danza de una buena vida, la de un feliz servicio,
la de los sueños y las buenas acciones realizadas,
la de los alientos , caricias y risas prolongadas ,
y la mágica del amor,
con su sempiterno pas a deux
bajo el cielo, azul y soleado, el muy gris,
y el bellamente tachonado de luceros,
al ritmo de esa mí música alegre del corazón,
sé y confío
que una vez más,
sobreviviré ilesa e impoluta
a la criba.