Yo quiero Sol sí,
¡SoL, Sol, SOL!
Y si un día llueve dulce, grato, suave
nos beberemos con fruición la vida
sintiendo su tan dulce caricia de amor.
Nos conmoverá esa primordial razón,
dar de beber a nuestras aves,
a nuestras flores,
a nuestros amores:
que beban muestros gozos y risas,
nuestros reconstruidos poliedros,
en sus luminosas alamedas.
Cuanto agradeceremos esas
perfumadas ráfagas y brisas…
Que nos broten los suspiros
que, de nuevo, resuene en el corazón
con una total nitidez, sin fin,
esa primordial, única y especial razón,
primando límpida y transparente
sobre todo y…
con total hegemonía
la incuestionable razón de…
Por encima de todo...
todo, todo cuanto pueda acontecer: