No basta la fuerza
ni la belleza,
ni la simpatía arbitaria,
ni la riqueza.
¡ No!
Hay que desempolvar y lucir las otras
vestimentas que sí adornan
y carazterizan
al humano honesto, justo,
diferenciándo al necio
del sabio, humano e inteligente.
Pronto nos conocemos...
sabemos unos de otros
por nuestros comportamientos,
dichos, actos actuaciones
y actitudes,
imperante prepotencia
y falta de cortesía,
o la más total y absoluta gentileza.
No, ciertamente… no basta la belleza
ya que además con frecuencia,
para mayor mal de males,
no nos distingue precisamente
ese mágico don.
La mejor respuesta es el silencio
más absoluto,
y proseguir la marcha
por la honorable senda de la
cortesía,
y Paciencia... mucha,mucha paciencia,
pues ya lo dice el dicho...
¡No hay mal que cien años dure!
Y en el interin...
¡Muchas felicidades a Juanes-nas!