No siempre pero, sí algunas tardes
cuando, se siente muy solo
quizá, ¿ triste y desgraciado?
antes de que decline el sol,
mucho antes de que en el Cielo
brille el primer lucero,
elije internarse
por un camino solitario que discurre
frente al antiguo Monasterio
girando por donde su arco
da entrada a la Abadía.
Allí, hay una larga hilera
de chopos altos ¡Tan altos! que,
si el viento del otoño los agitase
unirían amorosos sus ramas,
formando una espesa bóveda
de multicolor colorido: ocre, marrón
y amarillo.
Por ambos lados del camino
se oyen saltar y correr,
con su dulce murmullo apacible
dos arroyos de agua cristalina
transparente,
fría como hoja de espada
fina como su filo.
Aquí y allí,
se mire a donde se mire,
alfombran el suelo un lecho
de pulcras margaritas blancas
entre ellas,
infinidad de violetas silvestres
que anunciaron a distancia
por la exquisitez de su perfume,
su presencia,
desapercibidas intentan pasar,
ocultas tras unos nogales
corpulentos,
bajo cuyas copas redondeadas
él se acomoda para,
en éxtasis aspirar aquel su delicioso
y exquisito hálito;
extrayendo lápices y pinceles
tomar apuntes,calcular proporciones,
de la Madre Naturaleza,
perfiles, paisajes, colores
y, va creando
Naturaleza Muerta,
futuro paisaje enmarcado,
que, malamente, sobre alguna pared
lucirá, tratando infructuosamente
de evocar alguna vez
aquella su real grandes.
*
AnnYLouisE
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