Poemas
¡ Navidad...!

jueves, 22 de diciembre de 2005











¡ Alegría!
Han llegado las Navidades.
Por doquier fulguran y destellan
luces intermitentes.
Fachadas  de lujosas mansiones
bellamente iluminadas,
exquisitamente engalanadas…


En las tiendas ya no cabe ni un alfiler
hay, todo tipo de objetos, obsequios, juguetes,
que serán regalados,
en estas fiestas, que han perdido su verdadero sentido
para hacer las delicias de fabricantes y comerciantes,
para llenar sus arcas...


En las calles hay bullicio,  se oye villancicos,
suena  alegre la  música
la gente circula con prisa, cargada de bolsas.
Hay un halo mágico que intenta sobrevivir
a toda esa vorágine del consumismo,
donde aún careciendo de lo necesario
se adquiere lo superfluo.
Pero … no muy lejos de allí
en la humilde buhardilla de un  barrio marginal
llora un niño con desesperación,
porque tiene hambre y nada que comer,
y su madre yace en una cama
fría y callada,
luciendo, en su piel,  ese tinte macilento
que deja la muerte sobre sus posesiones
humanas.
Pero él lo ignora,
aún es muy pequeño, pero ya sabe
que hay que salir a la calle a pedir…
Se pone su raído abriguito
abandonando la estancia con los dientes oprimidos
para intentar conseguir un poco de dinero
y llevar a su madre y hermanitos
un bollo de pan... un poco de leche caliente.
De su mano lleva cogido al  más pequeñito
de todos ellos…
con aspecto de enfermito
toman asiento sobre el suelo de la esquina
de la calle más comercial
de tan lujosa y engalanada ciudad…
Aquellos piececitos de niño
están fríos
dentro de sus zapatitos
de suelas agujereadas
de sucios y rotos calcetines.
Sus manitas tienen un tinte azulado
cuando las tiende hacia los seres
implorando una ayuda,
Pero … nadie … ¡ Nadie! Su manita ve
todos llevan prisa
son como ciegos enloquecidos,
sin piedad, con el corazón nevado,
ignoran a ese dulce niño
que,   por donde pisa deja un hálito
de perfume
cual el de una tierna flor
de luz viva …


Yo sé,
que allí donde él  pone su piecito sangrante.
Esa carnecita de  víctima inocente
allí Dios, un día,  elegirá para que el nardo
de su jardín
nazca fragante, bello  …
¡ exuberante!



Sé que en estas Navidades
muchos, ¡ Muchos piecitos de niños
dejarían de ser dos carnecitas heridas
y frías
si muchas,  si tantas y tantas frivolidades
se obviasen;
tantos objetos inútiles e innecesarios,
tantas ostentaciones y terribles vanidades.
Si millones de  luminosas y encendidas hogueras
ardiesen sobre el gélido hielo
de nuestro endurecido corazón de seres
egoístas, crueles e inhumanos…

AnnyLouisE
Copyright (C) 2005










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