Poemas
Después de todo...

viernes, 9 de diciembre de 2016




KAREM DUPRÉ












Aquel año yo volaba   incansablemente sin cesar,
me ausentaba de este mundo con suma frecuencia
y habilidad.
Rotando desde el abismal tecnicolor  de mil  ojos,
a la selva perfumada de su cabellera.
Ya en su atalaya frondosa y colorida,
descubrí que  resultaba placentero
deslizarse indolente y gratamente,
por el apéndice redondeado de la VIDA,
y paladear la comisura de sus labios oropel,
de ostentosa copa de champán,
y una vez  allí…
recostarme sobre sus  cumbres enamoradas,
contemplando las rosas del bosque enmarañado,
obviando así,  el ataque furtivo de un posible   tedio.
Si bien era cierto
que aquel año casi  nada lograba extasiarme
todo se esfumaba burdamente,
se tornaba tosco, raído y deshilachado.
¡Qué fastidio!

No había burbujas violetas, ni odas dodecasílabas,
carecía de lagos  de las doncellas,  con cisnes sonrosados.
Tampoco demasiada luz, ni precipicios deleitosos.
Ni había raíles yertos, ni caravanas destrozadas.
Nada,  lo suficientemente chic, lentejuela, pasarela
fashion, rutilante, o curioso, para sacarme de mi
somnolienta abstracción.

Hastiada de no ver rostros apolíneos,
sonrisas sedosas, ni seres en transito al futuro,
un día que,  al fin y a la postre , no tan desafortunado,
sino sorprendente,  mágico y curioso,
por  una  imprevista equivocación tropecé,
dándome de bruces con la  eternidad.
Recuerdo lo mucho que me sorprendí
de no hallar en ella mariposas sin alas,
sombreros de rafia con cerezas,
girasoles, tigres,  o  elefantes fosilizados…
ni la  sutura de los  ojos vidriosos del tiempo,
en los rostros..
Para nada  recordaba esa oscura celda o choza,
rigor mortis del silencio definitivo,
o cualquier otro rigor aún más riguroso,
en la tan mentada eternidad.


Por fortuna, conocí a un  rubio y dorado galán,
viajero estelar del  más prometedor futuro,
descubriendo que tenía  brazos hercúleos,
fuertes y poderosos,
al ser estrechada entre ellos, con simpatía;
que  sus susurros y caricias  eran dulces,
por lo que  a la eternidad de ellas, me remití gustosa
y complacida.

¡Después de todo, no era tan opaca, implacable
ni estricta la eternidad!

*

© Ann Louise Gordon
LA CAUSA
Amira Willighagen
A  9 días



Comentarios sobre este poemaEnviar a alguien
Deja tu opinión:
Usuario:      Contraseña:           Registrarse

Buscar poema introduciendo algún elemento del título o de su contenido:

Lista de los últimos poemas         Lista de categorías