Aquel año yo volaba incansablemente sin cesar,
me ausentaba de este mundo con suma frecuencia
y habilidad.
Rotando desde el abismal tecnicolor de mil ojos,
a la selva perfumada de su cabellera.
Ya en su atalaya frondosa y colorida,
descubrí que resultaba placentero
deslizarse indolente y gratamente,
por el apéndice redondeado de la VIDA,
y paladear la comisura de sus labios oropel,
de ostentosa copa de champán,
y una vez allí…
recostarme sobre sus cumbres enamoradas,
contemplando las rosas del bosque enmarañado,
obviando así, el ataque furtivo de un posible tedio.
Si bien era cierto
que aquel año casi nada lograba extasiarme
todo se esfumaba burdamente,
se tornaba tosco, raído y deshilachado.
¡Qué fastidio!
No había burbujas violetas, ni odas dodecasílabas,
carecía de lagos de las doncellas, con cisnes sonrosados.
Tampoco demasiada luz, ni precipicios deleitosos.
Ni había raíles yertos, ni caravanas destrozadas.
Nada, lo suficientemente chic, lentejuela, pasarela
fashion, rutilante, o curioso, para sacarme de mi
somnolienta abstracción.
Hastiada de no ver rostros apolíneos,
sonrisas sedosas, ni seres en transito al futuro,
un día que, al fin y a la postre , no tan desafortunado,
sino sorprendente, mágico y curioso,
por una imprevista equivocación tropecé,
dándome de bruces con la eternidad.
Recuerdo lo mucho que me sorprendí
de no hallar en ella mariposas sin alas,
sombreros de rafia con cerezas,
girasoles, tigres, o elefantes fosilizados…
ni la sutura de los ojos vidriosos del tiempo,
en los rostros..
Para nada recordaba esa oscura celda o choza,
rigor mortis del silencio definitivo,
o cualquier otro rigor aún más riguroso,
en la tan mentada eternidad.
Por fortuna, conocí a un rubio y dorado galán,
viajero estelar del más prometedor futuro,
descubriendo que tenía brazos hercúleos,
fuertes y poderosos,
al ser estrechada entre ellos, con simpatía;
que sus susurros y caricias eran dulces,
por lo que a la eternidad de ellas, me remití gustosa
y complacida.
¡Después de todo, no era tan opaca, implacable
ni estricta la eternidad!