Quisiera que cada día
la vida,
se nos arrebolase de alegría,
Que cada noche
finalizada fuese
con un majestuoso broche.
Que destellase ese cálido amor.
Ese amor
que nunca produce tristeza ni dolor,
ese amor que eternamente
fulgura con esplendor,
que es permanente,
que nunca pierde su candor
que es puro, respetuoso y complaciente
en su fragancia y ardor
el de esa eterna llama ardiente,
abarrotada de los dulces anhelos
del más tierno y exquisito amante.
Quisiera
erradicar de esta preciosa y amada Tierra
esa parca lucida de negros crespones que aterra,
y a ella suplantar
por todo aquello, que nos hiciese ilusionar,
para así disfrutar
de toda una eterna y bella vida.
Contemplando
su tanta maravilla y belleza,
sin sentir añoranza,
ni tristeza
de lo adorable del susurro del mar,
de cada noche da luna plateada,
y de ver brillar
los luceros de un deslumbrante cielo
colmando de belleza.
Que los añorados vientos marinos
y otros gratos elementos acariciasen al iris convertido en arco.
A toda estrella fugaz, no desperdiciar la ocasión de pedirle,
dicha, ilusión, solaz,
y sobre todo mucha ¡PAZ!
Al maravilloso resplandor del sol
el del rayo
y el fragor
del trueno
presto alejar
con solo un ruego...
Ay, como me gustaría eternamente soñar
y bogar,
a lomos del amado viento viajar
bajo los rayos diurnos de la luz y las estrellas de la noche,
para con total exactitud alcanzar a coronar
la postrera nevada montaña
de esta vida,
alejando de su cima
el mal
y su trama
letal.
¡Qué maravilla, esto sería!
Ay, por querer, yo quisiera,
mas, pobre de mí ¡Si tal poder tuviera,
cuán delicioso sería vivir en la Tierra...!
*
(C)AnnLOuise Gordon
l.h.q.c.e.l.l.
Constance Demby
-Hallelujah-