La Estrella y el Lucero...! miércoles, 21 de abril de 2004
--<-<@ Dos fúlgidas luminarias brillan en la noche, Son, una deslumbrante estrella Y un áureo lucero. A ella ponen su broche Lo hacen con armonía, y gran derroche, Buscando entre las nubes un lugar para mostrar su luz. Son refulgentes y rutilantes, al Cielo dan su especial toque, simbolizan las pasadas vidas de dos amantes esposos de los muchos Que yacen En nuestros Camposantos, en cuyos dedos anulares lucieron sendos aros matrimoniales. Fueron Amores que nacieron Y florecieron Entre esplendorosas flores, juntos y unidos vencieron a todos los sinsabores, Y llenaron la amada Tierra de gratos y fecundos frutos, y cuando les llegó el Ocaso aún mucho más juntos, tomados de la mano, o abrazados emprendieron el camino, con el Sol en sus ojos, el paso suave y lento, y viajaron hacia el infinito espacio, dentro del circulo dorado de la eternidad... En el oro De su aro Y con la pureza de su amor, sin mácula ni defecto fueron precioso metal de gran valor, para aquel gran amor... que se fundió, de los dos, en uno ¡Amor benigno Amor sufrido! Amor que nada tuvo de envidia Que nunca fue jactancioso No se envaneció Ni fue indecoroso No buscó lo suyo jamás se irritó nunca guardó rencor Ni se gozó de la injusticia Amor que se acrisoló en la verdad Todo lo sufrió Y todo lo creyó Todo lo soporto Y nunca dejó De ser... Él, comenzó su ministerio terrenal, asistiendo a una boda y usó el matrimonio como símbolo de ese amor que sintió para su iglesia. Así también El lucero supo amar a la estrella, como se ama a la propia carne, pues el que así ama asimismo se ama, porque nadie aborrece jamás a su propia carne. Por esto deja el hombre A su padre y madre, se une a la mujer, y los dos son una sola carne. Y por eso ella, la estrella, se sujetó a él, le obedeció respetó y amó Porque sabía que él era su cabeza, su reluciente y limpio atavío, el incorruptible ornato de su espíritu afable y apacible Con ese ornato con el que, aún hoy, engalanan la Tierra brillan en el Cielo y por ello, esos dos, que allí arriba destellan en la noche, con sus irisados reflejos, la estrella y el lucero, los amantes esposos, se han fundido en un eterno e indisoluble lazo, que ni la misma muerte logrará romper... * * * AnnLOuise *
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